Círculo de experiencias. Saberes compartidos, herramientas colectivas

event, EVE.2021.04.01

20 de marzo 2021 9:30 Virtual

Bajo la premisa de que no podemos construir nada sin los demás, esta charla se propone como un diálogo de saberes, un círculo para compartir experiencias, desafíos, hallazgos y aprendizajes del último año, desde la mirada de distintas salas, festivales y proyectos de exhibición y formación, de Latinoamérica.

Participan:

Nina Rodríguez – Compartimiento Cinematográfico, San Miguel Allende

Diego Mondaca – El Cineclubcito, Bolivia

Diana Castro – El Galpón/Transcinema, Perú

Dominga Sotomayor – Centro de Cine y Creación CCC, Chile

Patricia Zavala – Sala Zitarrosa, Montevideo

Miguel Ángel Mendoza – Ecocinema México

Anahí Estudillo – NayarLab, Tepic

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Crónica: "El cine que no se rinde: una crónica de la resistencia exhibidora en Latinoamérica"

En un seminario virtual que desdibujó fronteras, gestores culturales de Latinoamérica se reunieron para contar una historia compartida: la de un año de incertidumbre, reinvención y una tenaz fe en el poder del encuentro a través del cine. Bajo el título "Público del Futuro", la conversación fue un viaje por cinco países, un mosaico de estrategias para mantener viva la llama de las salas, físicas e itinerantes, en medio de la pandemia.

El punto de partida fue México, con la voz de Miguel Ángel Mendoza y su proyecto Eco Cinema. Una iniciativa que mutó de lo físico a lo digital con ingenio. Antes de la pandemia, sus "naves solares" –unidades móviles equipadas con paneles fotovoltaicos– llevaban cine y talleres educativos a comunidades remotas, desde playas hasta sierras indígenas. Con el confinamiento, la cancelación de eventos los impulsó a crear "Desde mi ventana", un programa que llevaba el cine a multifamiliares, transmitiendo el sonido por radio FM para que las personas lo vieran desde sus hogares. "Este proyecto fue el que nos hizo sobrevivir", confesó Mendoza. Junto a Pimienta Films, también dieron vida a un autocine en Cuernavaca, una experiencia que, si bien los enfrentó a un público más comercial ávido de estrenos, demostró la vigencia del ritual cinematográfico colectivo.

El viaje continuó hacia el sur, aterrizando en el convulsionado Chile de Dominga Sotomayor. La directora y fundadora del CCC (Centro de Cine y Creación) relató la odisea de abrir un espacio justo cuando el estallido social de 2019 y luego la pandemia ponían a prueba toda planificación. La casona restaurada en Santiago, concebida como un cine de barrio y un lugar de creación sin bordes, se vio obligada a cerrar sus puertas físicas. La respuesta fue una rápida migración al mundo virtual. Experimentaron con Zoom para simular una sala, organizando exitosas retrospectivas y hasta "Un cuento al día", donde voluntarios leían para niños a través de Instagram. "El gran aprendizaje de este tiempo", reflexionó Sotomayor, "es que el territorio es súper ambiguo". Descubrieron que podían llegar a un público al que jamás habrían alcanzado de otra manera, un "accidente" que no quieren perder cuando regrese la presencialidad.

En Montevideo, Uruguay, Patricia de Zavala desde la Sala Zitarrosa narró el desafío de un espacio patrimonial y público. Con 530 butacas que de pronto se volvieron un lujo prohibido, el equipo multidisciplinario se unió como nunca. "Fue conocernos de otra manera", afirmó. Sin presupuesto para una sala virtual, optaron por la intimidad de un podcast que reunía a cineastas uruguayos para conversar, generando un espacio de diálogo y comunidad inédito. Además, adaptaron su programa "Crece desde el pie" para niños y adolescentes, y llevaron el cine directamente a las escuelas con un equipo móvil, derribando las fronteras físicas del centro cultural.

Desde Bolivia, Diego Mondaca del Cineclub Cito enfatizó la importancia del contexto político y social. Tras un octubre violento en 2019, el enfoque de su cineclub siempre fue el espectador como un "actor social". La pandemia los llevó a profundizar en la mediación y el diálogo. Se aliaron con otros espacios en Bolivia y, crucialmente, con el CCC de Chile, para programar retrospectivas conjuntas vía online. "Se cumplió un sueño lindo", dijo Mondaca, destacando cómo estas alianzas les permitieron "burlar las fronteras" y enriquecer la experiencia cinematográfica. Su próximo proyecto, "Cineclub Cito en la Ruta", busca volver a lo tangible, llevando el cine a plazas y comunidades rurales.

En Perú, Diana Castro presentó al Galpón Trans Cinema, un espacio que es, ante todo, un colectivo. Ella destacó que su principal infraestructura no es de cemento, sino humana. "Si no existiéramos quienes estamos, estos proyectos no tendrían la voluntad y la pasión", sostuvo. Este "cuerpo entero" les permitió sostenerse emocional y operativamente durante la pandemia, explorando formatos interdisciplinarios y fortaleciendo su programación. La confianza y el cuidado mutuo fueron la base para soñar con el futuro, que incluye la idea de una escuela de cine de no ficción.

El círculo se cerró de regreso en México con Nina Rodríguez y el "Compartimiento Cinematográfico" en San Miguel de Allende. En un acto de optimismo, inauguraron su sala de 20 butacas en plena pandemia, en noviembre de 2020. Lo que empezó como un sueño de tener un espacio permanente se concretó gracias al tiempo forzado de pausa, que usaron para construir "pasito a pasito". El estreno, con la película "Sin señas particulares", fue un éxito que demostró el "hambre" del público por regresar al cine. Rodríguez celebró la disponibilidad y el entusiasmo que encontró en cineastas y espectadores en este "momento de crisis".

El hilo conductor: la infraestructura como cuerpo y comunidad
A lo largo de la crónica, un concepto resonó con fuerza: la verdadera infraestructura no son las paredes o los proyectores, sino las personas. Dominga Sotomayor habló de la "fragilidad" de los equipos pequeños como una virtud que obliga a priorizar lo esencial. Diana Castro se refirió al "sostén" de la comunidad y el "autocuidado". Para Diego Mondaca, el cuidado de la "escala" humana fue fundamental para no perderse en la vorágine digital.

Fue Miguel Ángel Mendoza quien, mirando al futuro, lanzó una reflexión final: el "público del futuro" será un consumidor más consciente, que cuestionará la huella de carbono de las producciones y elegirá apoyar un cine sustentable. Su proyecto ya trabaja en "tropicalizar" guías de producción verde para América Latina, señalando que la supervivencia del cine también pasará por su compromiso con el planeta.

Conclusión de la crónica
Esta no fue solo una charla sobre cómo sobrevivir, sino sobre cómo evolucionar. Fue el relato de una red invisible que se tejió a lo largo del continente, un coro de voces que, desde la trinchera de la exhibición independiente, demostró que incluso cuando las butacas están vacías, el cine encuentra la forma de ser un lugar de encuentro, de diálogo y, sobre todo, de resistencia. La sala de cine, concluyeron, es mucho más que un lugar: es un organismo vivo que se adapta, trasciende sus muros y se redefine en la plaza pública, en la radio FM, en la pantalla de Zoom y en el auto, pero siempre con el mismo corazón: el de compartir una historia.